jueves, 4 de diciembre de 2008

Rey contra peones

Harto tiene de inteligente el comentado silencio del presidente Uribe respecto a la reforma electoral para la elección directa. No podía ser de otra forma, en un país polarizado donde tanto se critica la permanencia en el poder, como el caso de Chávez, el mentado demonio de izquierda, resultaría en verdad contradictorio que Uribe manifestara directamente su intensión de permanecer en el palacio de Nariño, pues sería como ponerse en el lugar de sus enemigos políticos y arriesgarse a la crítica inteligente de la oposición.

Resulta apenas predecible que en las circunstancias actuales, donde el gobierno ha ocupado más tiempo en batear los tantos reveses que le ha mandado la oposición, el presidente, hábil ajedrecista como es, prefiriera esperar a que sus subordinados, mediante tácticas democráticas como el referéndum, levantaran la voz del pueblo que lo aclama, para poder salir diciendo al mundo que su tercer mandato es resultado del pedido del pueblo colombiano más que su propia aspiración política.

Sin embargo, este silencio condenó la reforma electoral al fracaso, porque los colombianos son fervientes seguidores de Uribe, pero no son tan ciegos con el uribismo, es decir, con quienes hacen el trabajo sucio desde el partido que el señor comanda. Aún así, es de admirar la capacidad estratégica del gobernante; porque un buen ajedrecista se adelanta dos o tres jugadas, que sería lo mismo que decir dos o tres periodos. Es de esperarse que después de ocho años en el poder los favores políticos y las alianzas trazadas desde la silla presidencial le den a Uribe la posibilidad, o mejor, la posición para continuar ejerciendo el poder desde la silla de su casa. De logar, como parece apuntar, posicionar un candidato para el 2010, sin duda el manejo de las fichas seguirá corriendo a su cargo, más cuando es evidente que después de dos periodos más de la mitad de los poderes del estado son hombres asignados directamente por el dedo rector, mientras deja descansar al pueblo o lo prepara para su triunfal regreso. Dejar un periodo de por medio le permitirá, desde luego, retornar victorioso y mantener a raya la posibilidad de que se le acuse de dictador, pero no lo mantendrá de ninguna manera fuera del juego.

Aún así, parece no tomar en cuenta que no es el único con fichas sobre el tablero. Habrá que ver, con la calma que sólo la historia permite, cuales son los factores que entrarán a jugar durante ese periodo intermedio; y si la oposición logra integrar las fuerzas que aparecen desde las bases de la pirámide social. No es para nada gratuito que mientras el Estado se empeña en hacer alarde de los constantes descalabros a las Farc-ep, los ocho años de gobierno han obligado, aún con lo peligroso que resulta, una ola de manifestaciones y levantamientos sociales, como el caso de los cañeros, la minga, los estudiantes, e incluso el mismo sistema judicial, que han demostrado inteligencia y preparación política. En este punto habría que detenerse y poner atención a las constantes acusaciones de parte del Ejecutivo que se empeña en desvirtuar cualquier clase de oposición acusándola de aliado del enemigo público número uno de Colombia, las Farc. No queremos entrar en detalles sobre lo improcedente y angustiante que resulta ese ejercicio de gobierno de acusar a cualquier tipo de librepensamiento u oposición pública de terrorista. En cambio resulta procedente preguntarse qué tan real es la cantada victoria sobre los grupos armados. Recordemos que el continente entero tiene una notable tendencia de izquierda, y que además las decenas de años de trabajo de los grupos armados no son vanos en este juego de poderes. Valdría la pena preguntarse qué tanto tiene de verdad esa acusación, que ya parece un chiste, y reconocer que las fuerzas de oposición, ya sean armadas o políticas, en su movimiento de fichas, tendrían que tener alguna participación en la preparación y organización de estos fuertes que se han ido levantando pausadamente y con buena voz para ejercer su derecho a la crítica, e incluso se juegan la vida en el ejercicio de sus derechos ciudadanos, a sabiendas de que el estado al que se oponen suele resolver los conflictos sociales con balazos, y atrapar a la opinión pública con mártires de las fuerzas armadas, que aún cuando sean pocos en número en comparación con los civiles caídos en las batallas, con la ayuda de los medios de comunicación le roban una que otra lagrimita al electorado, que el día de las velitas no dudará en prender alguna por los pobres prestadores de servicios de seguridad. Estos movimientos, que sufren diariamente de torturas y amenazas, el último año se han llenado de valor para salir a las calles. Aquí es donde tiembla el tablero, siguiendo con la figura del ajedrez, y empiezan a aparecer fichas que la U parece no atender del todo, porque bien les ha resultado la táctica de desaparecer metódicamente sindicalistas y líderes campesinos. La participación del campesinado y las comunidades indígenas, así como de los estudiantes y de los sectores socio políticos que no han quitado el dedo del renglón en la denuncia de la participación paramilitar del estado, necesariamente ejerce un poder sobre las clases afectadas por la guerra que alimenta las arcas gubernamentales. Recordemos que ese tan renombrado apoyo al presidente Uribe, que llegó en su punto más álgido a cifras porcentuales de 80 puntos, nunca tuvo en cuenta la falta de participación en las urnas de las clases menos favorecidas; es decir, ese altísimo porcentaje de colombianos no era más que los votantes desentendidos, clase media para arriba de habitantes de las grandes ciudades del país; ¿y el resto qué? Pues los demás, que resultan superar en número a quienes deciden en este país, estaban escondidos en la montaña, o son “migrantes”, o “terratenientes” que bajo el miedo del cañón nunca participan de las encuestas públicas porque no hacen parte del censo poblacional. Y cómo harían parte si ni casa tienen donde puedan ir a tocarle los censores. Pero las cosas han cambiado y los votantes que nunca existieron en estos conteos ahora aparecen en serio, con propuestas políticas claras, con organización, con discurso, y con la fiereza de quienes arriesgan su cabeza, ahora ya agotados por la situación social, para hacer uso de la tan malograda democracia para manifestar su descontento. No debemos extrañarnos de que los próximos comicios electorales, aún bajo la sombra del estado del terror, y a pesar de las consabidas y demandadas facturas de fraude que no pasaron a mayores en el periodo anterior, en esta ocasión, y sin Uribe en las listas, saldrá a ocupar su lugar social para manifestar lo que parece apenas evidente, que el pueblo ya no es capaz de soportar un tercer mandato.

No lo sé a ciencia cierta, pero sin duda el 2010 dará un giro a lo que ha venido sucediendo, basta dar una mirada relativamente crítica a lo que sucede en el país para darnos cuenta que, salvo la clase atorada en el espejismo de la derecha, el mundo está dando un giro importante para ajustar, al menos un poco, el desorden de los sistemas políticos que la derecha ha impuesto, y se va desmembrando la máscara de la gran mentira, se cae la economía falaz en la que está montada está trampa y con ella la evidente retórica de la guerra y el desamparo.

JuanP

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